VINOS DE ALTURA: PROPIEDADES Y VENTAJAS
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El viñedo de altura es un mundo aparte. A más de 900 metros sobre el nivel del mar, los vinos
adquieren unas características distintivas que les hacen especialmente apreciados. En el nuestro
bodega de Prades, trabajamos en estas condiciones singulares para crear vinos con alma de
montaña, conectados con el entorno, el paisaje y el tiempo.
El contraste térmico entre el día y la noche favorece una maduración lenta y equilibrada de la uva,
que mejor preserva los aromas y aumenta la acidez natural. Este equilibrio térmico se
traduce en vinos más frescos, elegantes y longevos. Las altas temperaturas diurnas
favorecen la concentración de azúcar, mientras que la frescura nocturna conserva la vitalidad
del fruto y destaca los aromas más finos.
Los suelos de montaña son otro elemento clave. A menudo pobres en materia orgánica pero ricsan minerales, aportan una complejidad sutil al vino, reflejando la geología del sitio. Ésta
mineralidad puede expresarse en forma de notas salinas, terrosas o especiadas que dan
profundidad y estructura en el vino.
Además, el clima seco y ventilado limita las plagas y enfermedades, haciendo viable una viticultura
ecológica con menos intervenciones. Así, el vino refleja de forma más fiel su entorno.
Sin el uso de productos sintéticos, el viñedo se adapta mejor a su medio y crea vinos más puros,
vivos y representativos.
Nuestros vinos de altura son una expresión directa del territorio. Tienen una personalidad
marcada, están vivos en la nariz y en la boca, y dejan una huella a quien los prueba. Son vinos que no sólo se beben, sino que se acuerdan. En cada copa, está el rastro de la montaña, el viento, la piedra y el sol. Hacer vino a 900 metros no es fácil, pero es precisamente esa dificultad la que da lugar a vinos con alma.